El Cantharellus cibarius, conocido en España como Rossinyol, rebozuelo o chantarela, es una de las setas más apreciadas en la gastronomía europea. Su característico color amarillo dorado, su aroma afrutado y su versatilidad en la cocina lo convierten en una de las especies más buscadas por los amantes de la micología. En este artículo, exploraremos todo lo que necesitas saber sobre el Rossinyol: dónde encontrarlo, cómo identificarlo, sus variedades, posibles confusiones, métodos de conservación y mejores formas de prepararlo en la cocina.
Características del Rossinyol (Cantharellus cibarius):
El Rossinyol es una seta inconfundible por su llamativo color amarillo dorado y su forma de embudo. Sus principales características son:
- Sombrero: Convexo en su juventud, se va aplanando y adquiriendo forma de embudo con el tiempo. Su margen es irregular y ondulado.
- Color: Desde un amarillo pálido hasta un dorado intenso, con variaciones según la edad y el entorno.
- Láminas o pliegues: No presenta láminas verdaderas, sino pliegues decurrentes que descienden por el pie.
- Pie: Robusto, cilíndrico y del mismo color que el sombrero o ligeramente más claro.
- Olor y sabor: Su aroma recuerda a los albaricoques o melocotones, y su sabor es suave, ligeramente afrutado y con un toque especiado.
- Esporas: De color amarillo pálido a blanco.


Hábitat y distribución:
El Rossinyol es una seta que crece en bosques de coníferas y frondosas, formando asociaciones micorrícicas con robles, encinas, hayas y pinos. Prefiere suelos ácidos y bien drenados, y suele aparecer en grupos, a menudo formando líneas o círculos micorrícicos. Es una seta de temporada otoñal, aunque en algunas zonas puede encontrarse desde finales de primavera hasta principios de invierno, dependiendo de las condiciones climáticas.
Variedades del Cantharellus cibarius:
Existen varias especies dentro del género Cantharellus que pueden ser confundidas con el Rossinyol. Algunas de las más destacadas son:
- Cantharellus pallens: Similar al C. cibarius, pero de color más pálido y con un pie más grueso.
- Cantharellus amethysteus: Presenta un color más amarillento con tonalidades violáceas en su superficie.


Posibles confusiones con setas tóxicas:
El Rossinyol es una seta relativamente fácil de identificar, pero existen algunas especies tóxicas con las que puede confundirse:
- Hygrophoropsis aurantiaca (Falso rebozuelo): Se parece mucho al Rossinyol, pero sus láminas son más marcadas y no presenta los pliegues decurrentes característicos.
- Omphalotus olearius (Seta de olivo): Es una seta tóxica que crece sobre madera, con un color más anaranjado y láminas bien definidas.
- Clitocybe aurantiaca: También de color anaranjado, pero con un sombrero más plano y láminas muy apretadas.



Métodos de conservación:
El Rossinyol es una seta que se conserva bien de varias maneras:
- Fresco: En la nevera, dentro de una bolsa de papel o envuelto en un paño, puede durar hasta una semana.
- Deshidratado: Se seca fácilmente y puede rehidratarse para su uso en guisos y salsas.
- Congelado: Puede congelarse directamente o, mejor aún, después de un salteado rápido para mantener su textura y sabor.
- En conserva: Se puede conservar en aceite, vinagre o salmuera para su uso posterior.
Usos en la gastronomía:
El Rossinyol es una seta extremadamente versátil en la cocina. Su sabor suave pero aromático lo hace ideal para múltiples preparaciones:
- Salteado con ajo y perejil: Una de las formas más clásicas de disfrutarlo.
- En revueltos y tortillas: Potencia el sabor de los huevos y se combina bien con hierbas aromáticas.
- En arroces y risottos: Aporta un toque de profundidad a platos con arroz.
- Salsas para carnes y pastas: Perfecto para enriquecer guisos y acompañar carnes de caza o ternera.
- En sopas y cremas: Su textura carnosa lo hace ideal para cremas de hongos.


El Rossinyol (Cantharellus cibarius) es una de las setas más apreciadas tanto por recolectores como por cocineros, gracias a su combinación única de sabor, aroma y textura. Este hongo destaca no solo por su característico color amarillo anaranjado y su inconfundible forma de embudo, sino también por su versatilidad en la cocina, donde aporta matices dulces y afrutados a una gran variedad de platos.
Su popularidad se debe, en parte, a que es relativamente fácil de identificar, lo que lo convierte en una excelente opción para quienes están iniciándose en el mundo de la micología. A diferencia de otras especies más difíciles de reconocer, el Rossinyol presenta rasgos distintivos que permiten diferenciarlo con seguridad de la mayoría de los hongos tóxicos. Sin embargo, siempre es recomendable recolectarlo con precaución y compararlo con ejemplares sospechosos para evitar confusiones con especies similares, como algunas Hygrophoropsis o Omphalotus, que pueden ser perjudiciales para la salud.
Más allá de su valor gastronómico, el Rossinyol desempeña un papel fundamental en el ecosistema, formando simbiosis con árboles de diferentes especies y contribuyendo a la salud de los bosques donde crece. Por ello, es fundamental recolectarlo de manera sostenible, evitando dañar el micelio y respetando el entorno natural para garantizar su regeneración en futuras temporadas. Un enfoque responsable en su recolección no solo preserva esta joya micológica para las próximas generaciones, sino que también ayuda a mantener el equilibrio ecológico del hábitat en el que se desarrolla.